
Te logré tu vino preferido a fin de que brindes por mamá. —Gracias —le palmeo la espalda. —Gracias a ti por tener a Zulima hoy solo para ser útil.
«Me están desmoronando, mamá», anhelo poder decirle eso a Luciana. Por muy enojada que estemos es mi madre y quiero decírselo. Tiran de mis pies y, mientras ella sigue clavando, los otros envuelven mis piernas en cadenas con espinas que se atan a la madera. Enrollan otra pulsando en torno a mis costillas y en mis brazos hacen lo mismo antes de tensar la cadena y de alzar la cruz donde yazco. La sangre sale de mis palmas, siento la cara hinchada, el cabello se me pega a la piel y las espinas se entierran en mi carne.
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Fin De Todo El Mundo
«Exuda inexperiencia», su fragancia me lo dice en tanto que no huele a puta, no huele a mujer de verdad; huele a loción frutal mezclada con inocencia la cual solo lúcida mi apetito. Besos cargados de ternura, besos llenos de tiernicidad y semejantes besos carecen de malicia. Ved´ma, no tienes idea lo que haces… Sigue sobando, llevándome la contraria y saco la verga rígida que alberga la cabeza hinchada y resbalosa. La sostengo de espaldas y llevo mis dedos a su boca empampándolos para entonces deslizarlos desde su mentón hasta su sexo donde abro los pliegues viendo la carne rosácea que brilla debido al líquido de su excitacion. Seguida del Underboss que me señala la silla plegable pidiéndole a Salamaro que se vaya.
La voz que me hablaba era la de un individuo muy joven, con un timbre dulcísimamente salvaje. Cada noche los hechos eran mucho más parecidos; pero yo tenía sentimientos diferentes. Después todos se fundían y las noches parecían pocas. La cola del peinador borraba memorias sucias y yo volvía a atravesar espacios de un aire tan delicado como el que hubieran podido mover las sábanas de la infancia.
Donas
Nada, ni el libro más admirable ni la armonía mucho más sutil, podía procurarle la paz, la felicidad que adeudaba a la imagen del espejo. Volvía agotado, desilusionado, herido, a su íntimo cobijo, y la pureza de aquel rostro, de aquella mano puesta en la solapa le infundía novedosa vitalidad. Pero no aplicaba el vigor que al espejo debía a ningún esfuerzo práctico. Ya casi no limpiaba las habitaciones, y la mugre se atascaba en el piso, en los muebles, en los muros, cerca de la cama siempre y en todo momento deshecha.
Mis párpados se cierran mientras mis neuronas trabajan en quién carajos tiene la prueba, podría ser cualquiera, no obstante, empezar a matar encendería las señales de amenaza. El agotamiento me avasalla dejando la mano sobre mis partes, aunque la calma no dura bastante gracias a que entre sueños capto el chirrido de la puerta que abren despacio escabulléndose como la última vez. No debo abrir los ojos para entender que están caminando en puntillas, «Se busca un tiro». Tengo el arma bajo la almohada y solo ella cree que un criminal no posee el sueño liviano. Es la ley de las sombras, nadie con un pasado oscuro sobre los hombros duerme al 100% de forma natural. Sus rodillas se hunden en la cama y no me muevo, solo me comporto como si estuviera acabado por el cansancio.
Herramientas Personales
Es imbécil pues era mi derecho, pero se lo agradezco de cualquier manera. No sé a dónde me llevará Death, solo sé que estaré lejos con la meta de labrar los cimientos de un nuevo futuro donde el pasado debe quedarse atrás y los secretos dentro de mí. Mi cabeza los evoca y paso saliva reiterándome que los “Secretos oscuros” entre él y yo son como un cofre que jamás debe abrirse, conocerse o verse. Municiones especiales SP-10 y SP-11 de calibre 9×21 mm y explota cualquier órgano en nanosegundos. La prueba explicando los funcionamientos y soy yo la que debe devolverla a la caja cuando cambia.
Absolutamente nadie dice nada, nadie hace nada, absolutamente nadie entra a ayudar. El desespero en los chillidos de la mujer me hace salir. «Tengo un entrenamiento de defensa personal», puedo ayudar para que ella huya y después malherirlo. Salgo, no me topo con nadie en lo que voy a la cocina, semeja que la noche convierte el lugar en una mazmorra espectro. El alarido de arriba me hace tomar un cuchillo antes de subir corriendo.